miércoles, 11 de marzo de 2015

UN MARCO TEÓRICO SOBRE "LA ESCAFRANDRA TRASHUMANTE"

¿Quién no camina por la vida con una circunferencia imaginaria a su alrededor a modo de precinto vital? Esta "escafandra" imaginaria que nos acompaña siempre se proyecta también en los grupos, y se percibe cuando intentas acercarte a ellos.

Los grupos desarrollan su actividad en un entorno físico, no funcionan en el vacío, entorno y grupo se influyen mutuamente y lo ideal es el balance entre contacto y sociedad. El espacio grupal tiene su origen en el personal, se refiere al límite espacial que nos circunda y nos protege. Si hubiera marcas claras y señales de apego hablaríamos de territorio, ya sea en una dimensión organizacional ("de los grupos" o departamentos) o para miembros particulares ("en los grupos" o despachos). Un detalle a tener en cuenta es que jugar en casa permite tomar la iniciativa porque se está más familiarizado con el campo y se adoptan estrategias con más facilidad, pero no olvidemos que el público puede ejercer excesiva presión y se puede anticipar el fracaso.

La disposición espacial puede ser sociófuga o sociópeta. Una mesa cuadrada significa cooperar si el asiento es contiguo, competir si está enfrentado o indica co-acción si es distante. Una mesa rectangular genera el "efecto cabecera", de mayor relevancia e influencia sobre los demás. Una mesa redonda, en intención equiparable, ejerce el llamado "efecto Steinzor" que reduce la importancia de quien tienes al lado, y una mesa en forma de T, símbolo de relaciones de igualdad, se conoce como "mesa de la paz". Todo está pensado minuciosamente (en las negociaciones entre países, por ejemplo) y el protocolo en esta cuestión no es baladí. De hecho, la propia estructura de los grupos favorece o dificulta la creación de canales de comunicación en función de su grado de descentralización (redes multicanal con menos diferencias de estatus) o centralización (estructura jerárquica), respectivamente.

Hay ambientes especiales exóticos por ser inhóspitos, remotos o potencialmente letales (estaciones polares, plataformas submarinas) o de nuevas tecnologías que desdibujan cualquier límite grupal y ponen a prueba la capacidad social. En un ambiente exótico hay privaciones, suministros limitados, un clima difícil... lo que podría provocar deterioro intelectual, reducción de la motivación o incluso cambio de carácter.

Los estresores ambientales como el hacinamiento, el ruido, la poca iluminación... conllevan procesos grupales derivados. Muchas personas en muy poco espacio, como puede ser un contexto penitenciario, provocan motines y peleas (una solución podría ser la formación de grupos y redes sociales entre los presos). También momentos de crisis económica propician aupar a un líder autoritario. En todo caso, los expertos aconsejan cambiar la percepción del entorno interpretando el ambiente de forma menos hostil.

GIL, F. Y ALCOVER, C.M. Introducción a la Psicología de los grupos. Madrid: Pirámide
Referencia web: www.estimulando.com

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